NIÑOS CON DIVERSIDAD: Algo especial – financiado por Bankinter

Sala exterior de CWD

En 2013 se puso en marcha el Proyecto Niños con Discapacidad (CWD), que acoge a unos 40 niños en el Programa de Continuidad Escolar. Este Proyecto pretende ayudar a los niños con diversidad funcional física o mental a tener autonomía y a integrarse en la sociedad.

Hay niños de PSE con diversidades funcionales que asisten a otros Programas de Continuidad Escolar. «La integración con otros niños en los proyectos es uno de nuestros objetivos, siendo un claro éxito. Por lo tanto, sería un paso atrás sacarlos» explica Paula Sánchez.

Durante muchos años en Camboya se pensó que las personas con diversidad eran, sobre todo por parte de la religión budista Theravada, personas que habían cometido malas acciones en su vida pasada. Durante el Régimen de los Jemeres Rojos, se dijo a la sociedad que abandonara y despreciara a este colectivo. Los tiempos han cambiado y ya no existe una mentalidad tan dura. Sin embargo, aún queda trabajo por hacer.

«Niños que disfrutan y reparten cariño como los demás»

Louise

«Uno de los objetivos de este Proyecto es integrar la diversidad en la sociedad camboyana demostrando que son iguales y pueden divertirse como todos los demás «, afirma Paula Sánchez, una de las coordinadoras europeas. Por eso, los niños se mezclan y adaptan su comportamiento con los demás. De esta mezcla surgen complicaciones, pero también resultados muy positivos. Aunque trabajar con los CWD pueda parecer un gran reto, Louise, una monitora europea cree que «puede parecer un grupo complicado, pero son niños cariñosos que disfrutan y reparten cariño igual que los demás niños».

Los monitores son los pies y las manos de quienes no pueden moverlos. 

Voluntaria saca de la piscina a una niña

El gran reto que aparece en este Proyecto es la necesidad constante de adaptación. Los voluntarios tienen que ajustarse a las capacidades de cada niño en todo lo que hacen. Si la actividad planificada requiere correr, los niños que puedan correr correrán, pero los que no puedan serán llevados por los demás o participarán de otra manera en la actividad. Las actividades se planifican de forma que cada niño desarrolle al máximo sus capacidades. Los monitores participan activamente en las actividades de este Programa, ya que sirven de pies y manos a los que no pueden moverlos.

A los niños les encanta ayudarse unos a otros.

Por otra parte, lo mejor que sale de esta fusión es el vínculo que se crea entre los niños. Paula Giner, la otra coordinadora europea, dice que está asombrada de lo mucho que les gusta a los niños ayudarse unos a otros. Señala que ha visto escenas en las que un niño pequeño está llorando y niños mayores con discapacidad mental le abrazan y le hacen sentirse mejor. Otra escena conmovedora es ver a un niño con andador que levanta a otro que se está cansando y lo carga. Esto es algo que se ve constantemente durante el día. A los más mayores les gusta empujar las sillas de ruedas y ayudar a los kmeng -niños pequeños- cuando hacen algo mal.

Hay algunos momentos del día en los que es necesario separar a los niños, como la comida o algunas actividades específicas. Esto es necesario por la seguridad y salud de los niños. Los niños con diversidad física comen en el Centro New Land, donde tiene su sede el Proyecto. Los voluntarios les dan de comer y tienen una dieta adaptada. Los que pueden comer con normalidad van andando a PSE Central -a sólo cuatro metros de la puerta- y comen donde el resto de los niños. Algunos necesitan ayuda, pero otros son independientes y comen y beben solos o incluso pueden limpiarse el plato.

Un niño del Proyecto juega con otra niña

«Todo lo que puedan hacer por sí mismos, lo harán».

ana

Como dice Irati, voluntaria europea, con los CWD todo lleva más tiempo. Sin embargo, «todo lo que puedan hacer ellos solos, lo harán, aunque les lleve el doble de tiempo», añade Ana, voluntaria europea. Por eso, si se llevan a cabo talleres de cocina, se anima a los niños a mezclar los ingredientes y cocinarlos ellos mismos, lo que les lleva más tiempo del habitual, pero les enseña a seguir instrucciones y a ser pacientes. En general, los voluntarios coinciden en que estos niños son colaborativos y saben escuchar.

Para este proyecto, los lunes, miércoles y viernes son días especiales. El CWD hace excursiones a lugares como el cine, el zoo, la montaña o la piscina. Cuando el equipo sale de excursión, hay que hacer todo un tetris para meter las sillas de ruedas en las furgonetas adaptadas. «Sin duda, algo digno de ver», añade Paula Sánchez. Los 14 monitores jemeres y los 9 europeos tienen que asegurarse de que todos los niños vayan bien sentados y protegidos de lo que pueda suponer un peligro para ellos durante el viaje. A veces se unen a los pensionnaires -niños internos- durante estas actividades con el objetivo de fomentar la inclusión y la integración.

El proceso logístico de llevar a los niños de excursión

Durante una de las excursiones, los niños disfrutaron mucho de un relajante y divertido paseo a caballo e incluso recibieron una sesión de equinoterapia. Otra salida que les encanta es la piscina ya que,como bien explica Paula Sánchez, «los niños con diversidad física pueden sentir la libertad de la movilidad mientras nadan, a diferencia de cuando van en silla de ruedas».

Además de los voluntarios, un grupo de mamis -mujeres que trabajan con estos niños durante todo el año- también se unen al Proyecto ya que conocen a los niños. De este modo, con la ayuda de estas mujeres, si alguna vez hay un contratiempo con algún niño, no será una sorpresa para todos. Una fisioterapeuta profesional y un logopeda también acompaña a los niños a lo largo del proyecto.

«Una de nuestras tareas es enseñarles el mundo»

Paula Giner

Los CWD tienen estas excursiones porque en su rutina diaria sus padres no les sacan a menudo y no hay muchas instalaciones a pie de calle adaptadas para ellos. «Durante el año pasan la mayor parte del tiempo en una habitación y es bueno que salgan fuera», remarca Irati. «Se merecen ver la realidad de su propio país, una de nuestras tareas es mostrarles el mundo y, de paso, sus posibilidades de futuro», afirma Paula Giner.

Un niño con un caballo

Dadas las necesidades especiales que tienen algunos de estos niños, se reciben visitas del equipo de fisioterapia dos veces por semana. Durante el curso escolar las visitas son más frecuentes, pero en el Programa de Continuidad Escolar estas sesiones se reducen para que los niños tengan más tiempo para jugar. Son especialmente los doce niños con diversidad física los que participan en estas sesiones, ya que necesitan trabajar aspectos que afectan a su movilidad. Sin embargo, en las actividades que planifican los voluntarios se incluyen elementos de motricidad fina, atención y alcance, para estimular la movilidad de los niños. También hay un logopeda que trabaja una vez a la semana con los niños que lo necesitan.

«Cuanto más tiempo pasas con estos niños, más te das cuenta de lo preciosos que son»

Nika

En conclusión, un día en el Proyecto CWD no se parece a ningún otro, hay ataques de risa espontáneos y constantes acercamientos para recibir abrazos. Lo más peligroso que le puede pasar a alguien cerca de estos niños es que, sin previo aviso, un pequeñín le dé un beso en la mejilla. Definitivamente, en este Proyecto pasa algo especial y, como dice la coordinadora jemer Nika, «cuanto más tiempo pasas con estos niños, más te das cuenta de lo preciosos que son».

Gracias a Bankinter por financiar este Proyecto.

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