Smile Village es un pueblo que fue construido en 2015 por PSE para ofrecer un hogar a las familias que habían sido desalojadas de Phnom Penh. Aquí viven más de 70 familias y, justo en el centro, el Centro de Servicios Comunitarios (CSC) acoge cada día a unos 120 niños que se incorporan este año al Programa de Continuidad Escolar, que ha resultado ser mucho más que un «campamento de invierno».
El lugar que se utiliza para el Programa es un CSC para niños de 3 a 6 años durante todo el año. Está directamente rodeado por las casas de los habitantes de Smile Village, lo que parece a la vez una ventaja y un inconveniente. Los niños esperan con ilusión a los voluntarios en la puerta cada día, ya que están a un paso de sus casas. Pero, por otro lado, como dice Thomas, un monitor europeo, «pueden ir muy fácilmente a sus casas, coger caramelos, dormir o hacer lo que quieran». Sin embargo, esta libertad ha demostrado a los voluntarios los verdaderos deseos de los niños. «Lo bueno es que siempre vuelven», revela Thomas.
“Estos niños necesitan un refuerzo»
fer
Durante cinco semanas, cinco voluntarios europeos y trece jemeres están siendo coordinados por Fer, Romain y Sophea para ofrecer a los niños las mejores vacaciones posibles. El objetivo de este proyecto es regalar a los niños actividades que les sean útiles para su futuro, ya que Smile Village es una de las zonas más pobres de Phnom Penh. Adaptándose a las necesidades de los niños, los voluntarios les educan a través del afecto, la empatía y los comportamientos positivos. Las actividades regulares de este proyecto se basan, por tanto, en asignaturas como geografía, matemáticas, inglés o inteligencia emocional. «La mayoría de las actividades se centrarán en la educación, porque estos niños necesitan un refuerzo», comenta Fer. No obstante, el objetivo es que los niños sean felices, por lo que la enseñanza se lleva a cabo a través del juego.
Las instalaciones del CSC de Smile Village son amplias. Una gran sala, más cuatro aulas y el pequeño patio de recreo dan a los monitores mucho espacio para planificar las actividades de interior. Además, el campo que rodea la escuela es más que suficiente para que todos los niños corran y jueguen a los Big Games –grandes juegos- o a las Olimpiadas los viernes. Los voluntarios tienen un amplio abanico de posibilidades para entretener a los niños al tiempo que les enseñan valores. Juegos como el Tres en Raya o el Ahorcado en versión de gran tamaño hacen que los diferentes Kroms -equipos- disfruten durante horas y horas.
«Los niños de Smile Village están llenos de energía, es increíble»
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«Los niños de Smile Village están llenos de energía, es increíble», afirma Romain. Por esta razón, necesitan desahogarse con actividades que requieran mucho movimiento. Antes de comer, los niños hacen una meditación de diez minutos. Esto les relaja para la hora del Nham Bai -la hora de comer arroz- y para la siesta que viene después. La diferencia que marca la meditación en los niños es asombrosa. Pasan de los gritos y la sobreestimulación a caras de sueño y silencio.
Miguel, un voluntario europeo, señala que «estos niños están contentos de participar al Programa de Continuidad Escolar, aunque su situación en casa sea difícil». Remi, un veterano, añade que, aunque ahora escuchan y responden de maravilla, al principio era difícil conectar con ellos. De este modo, los días transcurren con fluidez y, al final del día, tanto los niños como los voluntarios terminan contentos.
PSE apoya a las familias que residen en este pueblo, pero se espera que sigan una serie de normas para conservar su derecho a vivir en estas casas. Hay familias que tienen dificultades para mantener trabajos estables y algunas de ellas tienden a caer en hábitos no muy positivos para sus hijos, lo que al final repercute en la relación con PSE. Además, lo que no ayuda es que se haya construido una cárcel al lado del pueblo.
«Estamos volviendo a conectar con las familias»
fer
Al comienzo del Proyecto, los voluntarios no recibieron la más calurosa de las bienvenidas, debido a la falta de confianza de la gente. Este Proyecto se ha reorientado para, no sólo mantener a los niños en la escuela y hacerlos felices, sino para recuperar a las familias de Smile Village. «Estamos volviendo a conectar con las familias haciéndoles saber que estamos aquí y que hemos venido a ayudarles», explica Fer. Ahora nos escuchan y nos dan su opinión». Durante el concurso de talentos que los monitores prepararon para los niños, algunas familias incluso hicieron acto de presencia. Gracias a este proyecto, los Servicios Sociales ya han podido hacer algunas apariciones, dando esperanza a las familias y ayudándolas a encontrar alternativas a su estilo de vida.
Hay que hablar con los niños y escucharles
En cuanto a los niños, son el centro de atención, y también es tarea de los voluntarios volver a conectar con ellos. Hay que hablar con los niños y escucharles. Los mayores del Proyecto empezó con una actitud desafiante pero, tras comprender la buena voluntad de los voluntarios, las cosas han cambiado. Se les anima a ayudar a los monitores con los más pequeños. De este modo, su motivación para asistir al CSC les mantiene centrados y la ayuda que prestan a los voluntarios es beneficiosa para todos. Algunos niños tardan más en confiar, pero cuanto antes empiecen a hablarles los mayores, antes empezarán a escuchar y a involucrarse.
Además de los juegos, los voluntarios también imparten talleres sobre drogas, alcohol y violencia. «Es fundamental hablarles de ello para que vean un punto de vista diferente al que han tenido durante su infancia», sugiere Suzanne. Los niños reciben información sobre las consecuencias de estas cuestiones y se les plantean preguntas como «¿por qué la gente utiliza la violencia?» o «¿cómo puedo cambiar un comportamiento violento?». «Es importante enseñarles lo que es bueno y lo que es malo y hacerles pensar y detectar la diferencia», propone Thomas.
«Los niños son como un papel en blanco»
sophea
«El primer día estaba deseando que llegara el fin de semana, ya que fue duro y es mucho trabajo, pero cuando llegó, estaba deseando que volviera a ser lunes», confiesa Jimena, voluntaria europea. Todos los voluntarios coinciden en que los niños de Smile Village son algo salvajes, pero se nota que sólo necesitan cariño y afecto. Este Programa de Continuidad Escolar lo está haciendo por ellos, está teniendo un impacto y Remi lo describe como «algo muy satisfactorio». La misión se está cumpliendo y las familias se están reconectando y realineando con PSE. «Los niños son como un papel en blanco y en parte está en nuestras manos pintarlo del color adecuado», concluye Sophea.