A diez minutos a pie de PSE Central se encuentra OBK: un pequeño oasis lleno de «minions» -como les gusta llamarlos a los voluntarios- en medio del barullo. Se trata de un Centro de Servicios Comunitarios (CSC) utilizado como escuela para niños de 3 a 6 años durante todo el año. Durante las vacaciones, estos niños se quedan para el Programa de Continuidad Escolar y algunos de sus hermanos mayores también.
A primera hora de la mañana, están medio dormidos. Por eso, durante los primeros minutos del día, es la música, el baile y los ejercicios lo que les activan. «Por ahora está tranquilo, pero dentro de una hora será una locura», bromea Hélène, monitora europea, al comienzo de la jornada. Unos 190 niños llegan cada día a este oasis donde les esperan cuatro monitores europeos y doce jemeres, además de sus respectivos coordinadores.
Para la ceremonia de la bandera, cada día un niño diferente canta el himno, y el resto le sigue. «A estos niños les encanta cantar y tienen pasión por un escenario», añade Bea, una voluntaria europea. Cuando se sirve el desayuno, los niños llevan sus platos de forma ordenada a las aulas y se sientan en filas, unos frente a otros. Una vez cargadas las pilas, comienzan las actividades. Divididos en seis kroms -término khmer para «equipo»-, los niños participan en distintas actividades y juegos durante la mañana y la tarde. En este Proyecto son los monitores los que van rotando por las distintas aulas, para no distraer a los niños entre una actividad y otra.
Dada la corta edad de estos niños, las actividades no están tan estrictamente planificadas como en otros Proyectos. Esto se debe a que, como explica Rocío, una voluntaria europea, «estos niños pierden el interés muy rápido, por lo que es necesario tener siempre un plan B». Las actividades regulares duran unos 25 minutos, pero a veces menos. Es entonces cuando florece el lado creativo y versátil de los monitores.
«A veces, cuanto más sencillo, mejor»
justine
Algunos ejemplos de las actividades que los monitores planean para los niños son juegos de: sillas, estatuas, manualidades, dibujo, deportivos, burbujas, pulseras, agua, etc. La lista de ideas que guardan en la cabeza es muy larga por si la primera actividad no interesa a los niños. «Es difícil prever si los niños tendrán un día en el que su atención sea leve y sólo quieran jugar a un simple juego, o si están estimulados y quieren aprender cosas nuevas», aclara Antonia, la coordinadora europea. Por eso, las actividades tienen que ser creativas, pero sencillas, para que los niños las entiendan. A veces, cuanto más sencillas, mejor», añade Justine, una voluntaria europea.
Antes de comer, los niños se sientan en chuas -término khmer para «filas»- y se relajan con una meditación de cinco minutos. Es increíble lo tranquilos y quietos que se quedan cuando llega este momento. Se prepara para un almuerzo relajado y una buena siesta de dos horas después. Durante estos cinco minutos, algunos voluntarios sirven los platos para el almuerzo y los dejan en las habitaciones para ahorrar tiempo, ya que todos los procesos para estos pequeños llevan más tiempo. Antes del desayuno, la merienda y la comida, los niños hacen cola para lavarse las manos. El equipo médico refuerza mediante talleres la importancia de actividades de salud. Tras la siesta, llega la hora de la ducha, también se lavan los dientes. Señala Bea, «les encanta hacerlo y pedirán pasta de dientes hasta cuatro veces seguidas».
Como en todo proyecto, nada sería posible sin el back office. Hay un equipo de servicio que rota cada día o cada dos días. Estas personas se encargan de preparar el desayuno, la merienda y el almuerzo y de la limpieza del CSC y del krama -término khmer para pañuelo- que se utiliza para las duchas. También preparan las aulas para la hora de la siesta y ayudan al resto de voluntarios en sus actividades cuando terminan su trabajo. Por otro lado, también hay líderes de equipo y líderes de actividades. Estas funciones también serán rotativas. En el primer caso, los monitores se encargan de atender a un grupo de niños y asegurarse de que están bien atendidos. En el segundo, son responsables de una actividad y de todo lo que conlleva: planificarla, conseguir el material y asegurar el espacio para que se lleve a cabo.
Hay días donde las actividades no requieren que los niños se separen por equipos. Esto favorece el buen funcionamiento del Programa de Continuidad Escolar, ya que fomenta que los niños se conozcan entre sí. Gymkhanas, Ferias, Olimpiadas, Concursos de Talentos y Fiestas del Agua son ejemplos de estos eventos especiales. Esta última siempre es memorable para estos niños, ya que parece que les encanta cualquier actividad relacionada con el agua.
«Enérgicos, cariñosos y con ganas de aprender»
rocío
Los niños de OBK son muy especiales para todos los voluntarios. Rocío los describe como «enérgicos, cariñosos y con ganas de aprender». El coordinador jemer Maratong añade que son «desenvueltos» y explica que responden perfectamente desde el segundo día del Proyecto. «Los niños están cada vez más sanos y aprenden higiene duchándose todos los días y lavándose las manos antes de comer», destaca Anong, monitora de jemer. Les gusta jugar, escuchar y participar en todas las actividades. Incluso, a tan corta edad, comen y hacen las tareas por sí mismos, un aspecto que asombra a los voluntarios.
«Los niños de OBK te devuelven enseguida todo el cariño que les das»
antonia
Tras las actividades de la tarde, los niños reciben una merienda justo antes de marcharse. Suele consistir en una pieza de fruta o un bocadillo. Los niños de OBK son recogidos cada día por un familiar, y todos los voluntarios permanecen en el CSC hasta que se va el último niño. Se despiden de todos los «profesores» con la típica reverencia jemer que se utiliza para saludar. Aunque son muy pequeños, y a veces un poco salvajes, Antonia concluye diciendo que «los niños OBK te devuelven enseguida todo el cariño que les das».
