A través de Sandra, veterana
voluntaria de PSE España, recibimos
el testimonio de Tien, un joven
camboyano que nos relata su
durísima infancia y cómo el anhelo de
una vida mejor y la voluntad de un
niño pueden ser más fuertes que las
circunstancias más adversas.
HOGUERAS CON NEUMÁTICOS
PARA PODER JUGAR
“Sandra esto que te envío es toda mi
vida desde que era niño hasta ahora.
Realmente no sé muy bien qué
debería escribir, pero comenzaré
desde que tengo recuerdos, en una
época en la que era aún muy
pequeño.
Mis primeros recuerdos son de juego
en la aldea con mis amigos y mi
perro…. sin preocupaciones. Cada día
desde muy temprano íbamos al
basurero y volvíamos sobre media
tarde —5 ó 6PM— y era entonces
cuando por la noche jugábamos al
escondite o escuchábamos historias
de miedo que algunos ancianos
siempre estaban dispuestos a con-
tarnos. A veces teníamos la suerte de
encontrar un balón en el basurero y
entonces pa-sábamos horas jugando
con él. En aquella época en mi aldea
no había electricidad aún, y te
preguntarás ¿cómo podíamos ver?
pues verás: cada día hacíamos turnos
entre los niños —éramos unos 25—
para traer del basurero neumáticos
que después quemábamos, ¡así
iluminábamos el sitio donde
jugábamos! Ésta es una imagen de mi
infancia que perdurará para siempre
en mi memoria; tampoco olvidaré las
terribles historias que algunos
ancianos nos contaron sobre la época
de los khemeres rojos.
Jugábamos despreocupados hasta la
hora de ir a dormir —por supuesto sin
baño o ducha— pero esta
despreocupación duraba muy poco…
Olvidé decirte que yo no tenía padre.
Tenía a mi madre, un hermano mayor,
otro hermano menor que yo y una
hermana que desgraciadamente
murió en el año 2000. Pues bien, a las
3 de la mañana mi madre, mi hermano
mayor y mi hermana se levantaban
para ir a pescar y posteriormente
vender éste en el mercado
dejándonos a mí y a mi hermano
pequeño sólos en mitad de la noche,
aterrorizados por los ruidos que
oíamos. Muchas veces llorábamos
desconsolados…hasta las 6 de la
mañana en que regresaban. Mi
hermana, el pequeño y yo entonces
íbamos al basurero a trabajar, el
mayor iba a la escuela después de
pescar.
Tien atendiendo a los más pequeños.
PRIVACIONES Y PREOCUPACIONES
Cuando mi hermana murió mi madre
enfermó de tristeza, pero además a
partir de ese momento sólo eran dos
para pescar; tuve que ir yo sólo al
basurero dejando a mi herma-nito con
un vecino. Mi madre tras vender en el
mercado se reunía conmigo en el
basurero. Me siento muy mal al
recordar esta parte de mi vida… Un
año mi madre decidió que yo debía ir
a la escuela y tú sabes Sandra, que yo
realmente deseaba ir pero a la vez
¡me sentía tan mal por no poder
ayudar más mi familia! Así que
encontré una solución: me levantaba
muy temprano e iba al lago a coger
vegetales como flores de loto y
morning glory que daba a mi madre
para vender.
En aquel tiempo aún no estudiaba en
PSE, iba a una escuela a unos 5kms
de nuestra aldea. 5kms que hacía dos
veces al día tras madrugar para coger
los vegetales y cuando regresaba de
la escuela me iba a trabajar al
basurero.
Creo que en la época de mi infancia
no conocí en verdad el significado de
la felicidad, me pasaba el día
pensando en mi familia, en cómo
ayudarles, o en que no tendríamos
desayuno o cena, y que una vez más
tal vez pasaríamos hambre. Como
nuestro hermano mayor ya estudiaba
en PSE en aquella época, él sí
desayunaba cada día allí, pero ¿sabes
una cosa Sandra? se que nunca se
olvidó de nosotros porque cada día
intentaba guardar algún trozo de pan
de su comida o de la de algo amigo
para llevarnos a casa.
Tien y Sandra en Central.
DESCENDER AL INFIERNO
Un año más tarde nuestra madre
volvió a casarse, esto es lo peor que
pudo ocurrirnos en nuestras vidas a
mis hermanos y a mi… Los primeros 5
meses todo parecía normal pero
después de este tiempo comenzó una
terrible espiral de violencia doméstica
por parte de nuestro padrastro hacia
todos nosotros. ¿Sabes una cosa?
todos los días llorábamos, y jamás
durante 3 años volví a ver una sonrisa
en ninguno de nuestros rostros, así
que creo que conozco bien el
significado de descender al infierno.
Además, cada día cuando iba a la
escuela observaba a otros niños
acompañados por sus familiares, o
llevados en transporte como motos o
bicis, y con ropas diferentes…. yo
siempre iba sólo, caminando y día tras
día con el mismo viejo uniforme de
siempre. Me sentía muy sólo y tenía
envidia de ellos, pero no había
elección: esa era mi vida. Muchas
veces en el camino de vuelta gritaba
con rabia al mundo y a mi mismo ”
¡¡¡¿¿¿POR QUÉ MI VIDA ES TAN
DIFERENTE A LA DE ELLOS???!!!”
Tien con miembros de PSE.
SUEÑOS Y PROMESAS
Al volver a casa cada día me rompía el
corazón encontrar a mi hermano
pequeño siempre sólo y llorando de
hambre. No puedes imaginarte lo que
se siente viviendo así: hambre y miedo
—de nuestro padrastro—. Cuando
tenía 12 años desapareció para
siempre pero no es hasta ahora, a la
edad de 22 años cuando puedo
comenzar a olvidarle. En aquel
momento volvimos a ser una familia
compuesta de una madre y 3 hijos. Mi
madre por entonces gritaba
enloquecida de pena por la ausencia
de nuestra hermana fallecida. Al poco
tiempo tuve que responsabilizarme de
toda la familia porque mi madre fue
ingresada para ser operada de la
vesícula biliar. Así que mi madre y mi
hermano pequeño se pasaban el día
esperando por la operación, no
teníamos suficiente dinero para
costearla pero entonces fuimos muy
afortunados porque PSE nos ayudó, y
finalmente tras 5 meses de hospital,
nuestra madre volvió a casa.
Por aquel entonces tuve que trabajar
muy duro, estaba en el grado 6º
cuando me vi obligado abandonar la
escuela ya que tenía que trabajar
durante todo el día en el basurero y
algunas noches también, para poder
llevar dinero a casa. A veces estaba
tan exhausto de trabajar día y noche
que me quedaba dormido sobre
cualquier montón de inmundicia… se
me cerraban los ojos, pero al poco
tiempo despertaba pensando que
tenía que ayudar a mis hermanos y
madre y de vuelta al trabajo. A
menudo me preguntaba por qué no
podía tener más energía y fuerzas,
pensaba “¡sacrificaría mi vida por mi
familia!”. Algunas noches en el
basurero sabía que tenía fiebre y me
encontraba realmente mal pero nunca
lo dije en casa porque entonces mi
madre no me dejaría ir a trabajar hasta
que me repusiera .
Sin embargo, había algo que siempre
me hacía feliz, mi hermano pequeño
Charoum, solía decirme a menudo que
cuando se hiciera mayor encontraría
un buen trabajo y nos ayudaría a
todos y entonces la vida cambiaría. Me
gustaba escuchar esto, no dejaba de
prometérmelo, de hecho él odiaba
verme marchar a trabajar al basurero
por la noche pero no había otra
alternativa.
Tien y Sandra con dos niños de PSE.
Tien.
EL SIGNIFICADO DE LA FELICIDAD
En el año 2007 las cosas empezaron
a mejorar, yo me hacía mayor y mi
hermano se acababa de graduar. Yo
tenía entonces 16 años y mi hermano
temía que al tener menos educación
corriera el riego de caer en el mundo
de las drogas como tantos otros
muchachos del basurero. Pero yo le
dije que no se preocupara por esto: yo
sabía lo que estaba bien y lo que
estaba mal y al final de ese año decidí
retomar mis estudios en PSE, de
nuevo al grado 6º donde lo había
abandonado aunque debía seguir
trabajando en el basurero de Pnom
Phen. Posteriormente cuando
comencé a sacarme el preparatorio,
por el día estudiaba y por la noche
trabajaba en una empresa de seguri-
dad —trabajaba 12 horas y ganaba
unos 60$ al mes—. Había días que
me sentía absolutamente agotado
porque dormía menos de 4 horas
antes de ir a clase tras el trabajo
nocturno.
Las cosas poco a poco siguieron
mejorando para nosotros,
especialmente cuando mi hermano
consiguió un trabajo en PSE,
entonces me pidió que dejara mi
trabajo de vigilante porque entonces
ganaba lo suficiente para cubrir
nuestras necesidades. Acepté y
entonces ¡me volqué en mis estudios,
casi como un loco…!
Y ¿sabes algo? cuando echo la vista
atrás y pienso en mi historia creo que
he conseguido mis objetivos: cuando
me gradué, cuando aprendí a hablar
inglés…
Después he trabajado en los Summer
Camp de PSE y he comprobado cuan
diferente es la vida de los europeos
comparada a la de los camboyanos.
Ahora todo es mejor y tengo un
montón de amigos que me hacen por
fin entender lo que significa la
felicidad en la vida. Les doy las
gracias a todos ellos.
Esta es la historia de mi vida Sandra,
una historia corta pero intensa.
Y cada vez que la releo y la recuerdo
me hace llorar.
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