Asociación Por la Sonrisa de un Niño, España en Camboya 2014. ONG española inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones con el número 584 943 © 2014 Por la Sonrisa de un Niño. Todos los derechos reservados. Síguenos Documentación y Publicaciones Periódico Periódico Estatutos Estatutos Memoria de actividades Memoria de actividades Auditorías Auditorías
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REUNIR LAS CONDICIONES PARA SER INTERNO Soviet tiene 15 años y sueña con ser médico. Aunque físicamente aparenta ser más pequeño, rasgo común de todos los niños camboyanos, es maduro para su edad. Transmite tranquilidad y dulzura. Leak, uno de sus hermanos, es más problemático. En ocasiones roba, algo corriente para él, ya que su madre está en la cárcel por este delito. Ellos son uno de los 150 internos acogidos por la ONG Por la Sonrisa de un Niño. Para tener la condición de interno y pasar a vivir los 365 días del año en el centro de Phnom Penh sus circunstancias familiares tienen que ser extremadamente graves. Unas condiciones que por desgracia demasiados niños cumplen. A pesar de ello no dejan de sonreír, de acercarse a nosotros, los monitores que vamos a pasar el verano con ellos. Les gusta captar tu atención y para ello se aprenden rápidamente tu nombre. En cuando ven una cámara de fotos se ponen de inmediato frente al objetivo y posan haciendo con las manos el símbolo de la victoria.
LA ESTELA DE UN GENOCIDIO Muchos de estos niños trabajaban antes en los distintos vertederos de la ciudad bajo condiciones infrahumanas, luchando por sobrevivir. El país aún arrastra las graves consecuencias del genocidio de los Khemeres Rojos durante la década de los setenta, en donde una cuarta parte de la población murió. La crueldad de la que se impregnaron sus supervivientes está todavía latente en la sociedad. Miles de familias están desestructuradas, con graves problemas de violencia doméstica y alcoholismo; el tema de la prostitución infantil merecería otro capítulo aparte. EL PROGRAMA DE CONTINUIDAD ESCOLAR Con el objetivo de que en verano puedan tener unas vacaciones y descansar de las clases que les imparten durante el año, se idearon diferentes campamentos en los cuales monitores europeos y khemeres trabajan de manera conjunta. La mayoría de estos monitores khemeres crecieron acogidos por la organización y sin ellos nosotros no podríamos encargarnos de tantos niños a la vez. El objetivo principal del campo de verano de los niños internos (uno de los ocho que organiza la ONG) es que salgan de su entorno y conozcan otros lugares, por ello a lo largo de las semanas se intercambian excursiones con actividades en el centro.
Pintando unos murales en una actividad organizada por Amaia.
Leak (derecha) junto a un compañero posando para Amaia.
Cuatro niñas de PSE posando para Amaia con una bicicleta.
Amaia junto a Srey en una actividad en Kampot.
MONITORES KHEMERES Y EUROPEOS Riya es uno de esos monitores que nos ayudaba a organizar las actividades. Tiene 20 años y sueña con viajar a Europa. Si los niños camboyanos te marcan, los monitores no son menos. Es un chico tímido al que  le da cierta vergüenza hablarte en inglés ya que siente que su nivel no es lo suficientemente bueno, pero si te acercas un poco a él y le das confianza te das cuenta de que está deseando hablar contigo. Me pregunta si en Madrid, la ciudad en la que le he contado que vivo, los edificios están iluminados por la noche. Esta pregunta no se entendería sin conocer el país. Lo que para una persona del mundo occidental es normal, para ellos es extraordinario. En Phnom Penh, la capital de Camboya, sólo un área de la ciudad, la que podríamos denominar como zona rica, tiene farolas. Cuando llueve, a pesar de ser un país tropical en el que la lluvia es algo natural, las calles se inundan. Pero a los camboyanos no les importa caminar con el agua por las rodillas, siguen adelante. Riya me comenta que no le gusta el color de su piel, considera que es demasiado oscura como para ser bonita. A pesar de que le cuento que en Europa la moda es tener la piel muy bronceada, no le convenzo. Siente una especial fascinación por la vida de los países ricos y su gente, lo cual te deja desconcertado. Hace poco escuché que cualquier trabajo es malo desde el momento en el que te pagan por él. Quizás por ello poder formar parte de esta organización como voluntario y aportar tu granito de arena sea un auténtico regalo. Un regalo inspirador, valioso y enriquecedor. Tras pasar cuatro semanas con estos niños puedo asegurar que el amor que llegas a sentir por ellos es enorme, diferente a cualquier otro. Su ilusión se contagia y desearías no tener que despedirte de ellos. Es difícil saber si todos saldrán adelante y lograrán labrarse un futuro, ya que algunos de ellos tienen demasiadas secuelas… en cuanto a Soviet, él tiene que conseguirlo.
Amaia García Alejos, licenciada en Administración y Dirección de Empresas, actualmente trabaja en auditoría de cuentas y, además, colabora con PSE coordinando el Equipo de Proyectos. Amaia, viajó con PSE en 2012 a Camboya, dentro del Programa de Continuidad Escolar, a continuación comparte con vosotros su experiencia.
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