A través de PayPal:
Haciéndote padrino:
Boletín de
apadrinamiento
ES38 2100 3736 6622 0009 5100
Colabora con
nosotros
Realizando una transferencia a
nuestra cuenta de La Caixa:
REUNIR LAS CONDICIONES PARA SER INTERNO
Soviet tiene 15 años y sueña con ser médico. Aunque físicamente aparenta ser
más pequeño, rasgo común de todos los niños camboyanos, es maduro para su
edad. Transmite tranquilidad y dulzura. Leak, uno de sus hermanos, es más
problemático. En ocasiones roba, algo corriente para él, ya que su madre está en
la cárcel por este delito.
Ellos son uno de los 150 internos acogidos por la ONG Por la Sonrisa de un Niño.
Para tener la condición de interno y pasar a vivir los 365 días del año en el centro
de Phnom Penh sus circunstancias familiares tienen que ser extremadamente
graves. Unas condiciones que por desgracia demasiados niños cumplen. A pesar
de ello no dejan de sonreír, de acercarse a nosotros, los monitores que vamos a
pasar el verano con ellos. Les gusta captar tu atención y para ello se aprenden
rápidamente tu nombre. En cuando ven una cámara de fotos se ponen de
inmediato frente al objetivo y posan haciendo con las manos el símbolo de la
victoria.
LA ESTELA DE UN GENOCIDIO
Muchos de estos niños trabajaban antes en los distintos vertederos de la ciudad
bajo condiciones infrahumanas, luchando por sobrevivir. El país aún arrastra las
graves consecuencias del genocidio de los Khemeres Rojos durante la década de
los setenta, en donde una cuarta parte de la población murió. La crueldad de la
que se impregnaron sus supervivientes está todavía latente en la sociedad. Miles
de familias están desestructuradas, con graves problemas de violencia doméstica
y alcoholismo; el tema de la prostitución infantil merecería otro capítulo aparte.
EL PROGRAMA DE CONTINUIDAD ESCOLAR
Con el objetivo de que en verano puedan tener unas vacaciones y descansar de
las clases que les imparten durante el año, se idearon diferentes campamentos en
los cuales monitores europeos y khemeres trabajan de manera conjunta. La
mayoría de estos monitores khemeres crecieron acogidos por la organización y sin
ellos nosotros no podríamos encargarnos de tantos niños a la vez. El objetivo
principal del campo de verano de los niños internos (uno de los ocho que
organiza la ONG) es que salgan de su entorno y conozcan otros lugares, por ello a
lo largo de las semanas se intercambian excursiones con actividades en el centro.
Pintando unos murales en una
actividad organizada por Amaia.
Leak (derecha) junto a un compañero
posando para Amaia.
Cuatro niñas de PSE posando
para Amaia con una bicicleta.
Amaia junto a Srey en una actividad
en Kampot.
MONITORES KHEMERES Y EUROPEOS
Riya es uno de esos monitores que nos ayudaba a organizar las actividades. Tiene
20 años y sueña con viajar a Europa. Si los niños camboyanos te marcan, los
monitores no son menos. Es un chico tímido al que le da cierta vergüenza
hablarte en inglés ya que siente que su nivel no es lo suficientemente bueno, pero
si te acercas un poco a él y le das confianza te das cuenta de que está deseando
hablar contigo. Me pregunta si en Madrid, la ciudad en la que le he contado que
vivo, los edificios están iluminados por la noche.
Esta pregunta no se entendería sin conocer el país. Lo que para una persona del
mundo occidental es normal, para ellos es extraordinario. En Phnom Penh, la
capital de Camboya, sólo un área de la ciudad, la que podríamos denominar
como zona rica, tiene farolas. Cuando llueve, a pesar de ser un país tropical en el
que la lluvia es algo natural, las calles se inundan. Pero a los camboyanos no les
importa caminar con el agua por las rodillas, siguen adelante.
Riya me comenta que no le gusta el color de su piel, considera que es demasiado
oscura como para ser bonita. A pesar de que le cuento que en Europa la moda es
tener la piel muy bronceada, no le convenzo. Siente una especial fascinación por
la vida de los países ricos y su gente, lo cual te deja desconcertado.
Hace poco escuché que cualquier trabajo es malo desde el momento en el que te
pagan por él. Quizás por ello poder formar parte de esta organización como
voluntario y aportar tu granito de arena sea un auténtico regalo. Un regalo
inspirador, valioso y enriquecedor. Tras pasar cuatro semanas con estos niños
puedo asegurar que el amor que llegas a sentir por ellos es enorme, diferente a
cualquier otro. Su ilusión se contagia y desearías no tener que despedirte de ellos.
Es difícil saber si todos saldrán adelante y lograrán labrarse un futuro, ya que
algunos de ellos tienen demasiadas secuelas… en cuanto a Soviet, él tiene que
conseguirlo.
Amaia García Alejos, licenciada en Administración y Dirección de Empresas,
actualmente trabaja en auditoría de cuentas y, además, colabora con PSE
coordinando el Equipo de Proyectos. Amaia, viajó con PSE en 2012 a Camboya,
dentro del Programa de Continuidad Escolar, a continuación comparte con
vosotros su experiencia.